martes, 9 de diciembre de 2014

La televisión en la pantalla del ordenador

Al hilo de mi última publicación y la de mi compañero Marcos; me gustaría resaltar la creciente influencia y presencia de Internet en los medios de comunicación de masas como puede ser la televisión.

Hace no mucho años, resultaba inconcebible comentar a distancia una serie o programa de manera inmediata. Si nos marchábamos de viaje teníamos que programar el vídeo para que se grabara nuestro programa o serie favorita ya que no se disponía de una web online para verlos a nuestro regreso.

Si hay algo claro es que Internet ha cambiado la forma de ver y concebir la televisión. Ahora bien, si es ahora mejor que antes supone una cuestión de opiniones y la mía es que sí: Internet ha mejorado y facilitado la actividad de ver “televisión”. Entrecomillo televisión porque técnicamente el aparato que empleamos es el ordenador pero para mí, sigue siendo televisión.
Internet nos permite descubrir nuevos programas en los que no nos habríamos fijado en otras circunstancias además de dar oportunidad a otros que nos son recomendados. Al disponer de un archivo de fácil acceso y cuyas publicaciones se mantienen; nos abrimos más a “trastear a ver qué encontramos” obteniendo como resultado un aumento en el número de programas y series de los que somos espectadores. De hecho son cada vez más comunes las televisiones con acceso directo a internet conocidas como "smartv".

Aún así, a raíz de querer poner al servicio de la audiencia el máximo número posible de programas y, sobre todo, series han surgido numerosas páginas web que han resultado ilegales en su proceso de formación. Claros ejemplos de ello son series.ly o seriespepito, las páginas de intercambio de links para ver series, películas y documentales que atentaba contra la Ley de Propiedad Intelectual reconocida en el sistema jurídico español.






Por ello, problemas como este ponen en tela de juicio la presencia de las cadenas televisivas privadas en Internet, y la publicación de sus producciones sin su debido consentimiento.
Marta Izarra De Luna

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